Una vez por mes subiré alguna anécdota patética (donde yo le doy peso al adjetivo),
que contada suele ser graciosa y tipeada veremos cómo queda.

lunes, 12 de mayo de 2014

La Segunda Actriz.


El día que discutí por última vez con la primera actriz, escena de por medio en la Avenida Entre Ríos, me dije: “¡Nunca más me meto con una actriz!”. Las encontraba exageradas, demasiado en carne viva, demasiado APTRA. Sin embargo, a lo largo de mi carrera universitaria, apareció una Segunda Actriz. Esta otra era bastante linda, novata en las tablas y un poco etérea. Flirteaba con media facultad, yo no sabía si se hacía la tonta o era verdaderamente ligera, parecía que teníamos onda, pero, ¿Cómo saberlo? Era actriz…

Después de muchas miradas en clase, recomendaciones de cómo se tenía que sentar y actuar frente a los profesores hombres (me sentía un poco Director), algunos cafés de parado en los pasillos, tiré un: “Yo tengo que ir al cine, ¿Querés venir?”.

En esa época pensaba – equivocadamente - en hacerme el interesante, y en vez de llevarla a ver la comedia romántica de la semana (Fuerzas de la Naturaleza), la llevé a ver La Manzana (cine iraní…). Por suerte, a la media hora la ví muy embolada y arriesgué un: “Do you wanna get out of here?” (Si, a veces me salen frases directamente en inglés). “Dale”, me contestó aliviada, con acento de Avellaneda.

Salimos a caminar y empecé a remarla. Yo hablaba y hablaba, y ella no me daba bola. Me empecé a preocupar. “La cagué”, pensaba, “¿Quién carajos me manda a hacerme el intelectual y traerla a un cine de estos?”, me castigaba. Hasta que me mira y me dice: “Lindo, disculpá, caminá de mi lado derecho porque soy casi sorda del oído izquierdo”. Ok, me ignoraba por sorda y no por desinteresada…ok…era por ser casi sorda…

Entonces la remé desde el humor y le confesé que me quise hacer el intelectual con La Manzana y que claramente me había salido mal. Nos reímos. Me confirmó que la próxima vez deberíamos ir a ver la de Sandra Bullock. Se hizo tarde, no quedaba mucha agua en la pileta, pero igual arriesgué, apenas gané un pico en la parada del colectivo.

Hubo varios días de facultad, los dos jugábamos al desinterés, dí un fin de semana de aire de por medio, pero al próximo, ya con sonrisa de por medio, tiré un: “Ahora tengo que ir a cenar, ¿Querés venir?”. La segunda actriz aceptó una segunda cita.

Fuimos a cenar por Recoleta, caminamos, hablamos y cuando creí que el momento era el indicado, quise transar, pero me frenó: “Lei, creo que voy a volver con mi ex, además vos tenés demasiado mundo”, fue su explicación al por qué no quería que pase nada conmigo. Todavía me acuerdo la frase. Me juré a nunca más vincularme con una mujer que le moleste que sea un trota-mundos, y me cagué nuevamente en Shakespeare, o quien fuese el Dios de las actrices.


Volvió con su novio hincha de Racing y pasaron los meses, y luego los años. Yo seguía cursando en la misma facultad y siempre tiraba un tiro, pero seguía con la mira rota, así que jamás hacía diana…

Eventualmente, años más tarde, nos cruzamos en la facu y me dijo: “Me separé de mi novio”. “¿El hincha de Racing?”, pregunté. “Sí, ahora me gustan los de River”, remató con una sonrisa.

Quedamos para una tercera cita. “La tercera es la vencida”, pensé. Le sugerí que elija un restaurante y ella eligió un restó-temático vinculado al sexo. Ya nos conocíamos, el contexto era más que claro y alentador, empezamos a divagar de qué nos gustaría hacer a nivel sexual y se tiraron palabras como: soga, frutas, tequila, cámara. Gracias a Dios algo transamos. Pedí la cuenta y cuando sugerí ir a un telo, me dice: “Hoy no puedo”. Cuando empecé a construir un “¿Por qu…?”, me cortó con un: “Hoy no puedo, pero pasado mañana seguro que sí”. Comprendí que era ese momento del mes…igual que ganas de joder, me hizo ir justo a ese restaurant, transar mal y me volví en el 166 con un dolor de huevos inigualable.

Hubo un llamado el domingo, una jugada distinta, en vez de registrarnos en un telo a la tarde, elegí registrarnos desde el mediodía en un hotel lindo por Palermo, como si fuésemos turistas. Turistas del garche.

Así fue que nos encontramos en Palermo, hicimos el check-in y subimos a la habitación. Estaba todo dicho. No había sido la tercera, pero si al cuarto intento. Algo es algo. Y con una flaca que me había atraído los putos 5 años de la carrera.

Además de forros, en la mochila había, una soga, frutas, una botella de tequila con shots y una cámara. Lo querés, lo tenes.

Se lo revelé después de varios revolcones, como quien le redobla la apuesta (así que sos actriz y loquita, vos querías esto, a ver qué haces…). Y le encantó. Hicimos todo lo que se podía hacer con esos artículos. Usen su imaginación o llamen a McGyver.


Sobre el final del día, ya mucho más sobrios y calmados, me dice: “Che, lo de las fotos fue cualquiera”. “Si, tenes razón”, contesté. Cuando entró a bañarse, saqué un segundo rollo de la mochila, y cambié el rollo usado por uno nuevo. Cuando salió del baño me dice: “¿Te jode que vele las fotos ahora?”. “Para nada”, contesté, y ella sonreía mientras estiraba el rollo de la cámara…velando las fotos de un rollo vacío ;)

Antes de dormir, tuvimos sexo una última vez y se le dio por el juego de rol. Quiso jugar a la prostituta que viene al hotel y yo era el cliente (y todo era como una película porno de cuarta, pero bueh). Cuando finalmente empezamos, me pide que la llame “puta”. “Soy tu puta, decime puta”, repetía…y yo soy obediente, así que lo hice. Error. Estalló en llanto y se acurrucó en posición fetal. A mí el pene se me metía para adentro, y se me caía el forro solito, mientras yo aclaraba: “pero vos me dijiste que te diga…”.

Terminé haciéndole mimos y diciéndole que ella no era eso, que me había gustado siempre, que ella me dijo que lo diga, pero era al pedo; a ella ya se le había metido en la cabeza que haber hecho lo que habíamos hecho en un hotel, no siendo mi novia, era de puta…

A la mañana siguiente desayunamos y cada uno se fue a su casa. La actriz no pudo sostener el papel que quiso jugar.

Con el tiempo nos volvimos a ver y me agradeció esa noche experimental. Ahora ella convive con un Paya-médico.

Nunca más volví a estar con una actriz, ni a decirle puta a una mujer; ni siquiera si me lo pide…





Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Dante Ginevra.