Todo
fue una idea de mi amigo Gabriel y su novia Ania. Cuando fui a ver un partido
de la Selección
a su casa, Ania casi que me taclea al grito de: “¡Te tengo que presentar a una
amiga mía!”. Gabriel hizo cara de “puede andar”, así que ya sabía que la
candidata era linda. Ania continuó encendida con su relato: “Cierra por todos
los lados: vos sos un médico frustrado y ella es médica, es rubia, corre, es
muy fan de Pearl Jam y el Grunge, le gusta leer sobre zombies y es muy fan de
The Walking Dead!”. “Pará, emotion, vos ya me estás prendiendo el faso para que
escuchemos a Vedder en la cama con tu amiga, y me pasás la frazadita para ver
TWD en el sillón!”, le contesté. Las variables cerraban, todas, pero ya sabemos
que este juego no es fácil, así que tenía que haber una trampa. Siempre hay una
trampa. Por eso miré fijo a Ania y le pregunté: “What’s the catch?”. Ella
sonrió y me dijo: “Y…vive en Rosario”. También ya sabemos que el amor a
distancia no funciona, pero un revolcón a distancia sí, asi que mi respuesta
fue: “Foto”. Y sus fotos (en base a las de su perfil de Facebook, cortesía de
Ania) eran muy rockers. Pintaba bien la cosa, asi que decidí comenzar con la
conquista, el Bielsismo del Amor se activaba nuevamente. China atacaría
Kamchatka, once again.
Yo:
Supongo que esto ya está hablado y si yo le mando invitación no quedo como el
más stalker.
Ania:
Ya está hablado, ella espera invitación y ya vio tus fotos de perfil.
El
pollo ya tenía aceite y entraba en el horno con papas y un poco de orégano…
Días
más tarde, porque no mostrar ansiedad es una de mis reglas, le mandé invitación
de Facebook y comencé con el cortejo virtual de likear fotos. Era recíproco.
Sin ver si estaba conectada, le mandé un “Novedades?”, como si ya la conociese
(que un poco ya la conocía porque era muy pública acerca de sus gustos); eso es
parte de la táctica de evitar el incómodo tener que romper el hielo. El
Bielsismo del Amor (frase inmortalizada por mi amigo El Cinéfilo, ante mis
estrategias de conquista) salía a la cancha, siempre con un 3-3-1-3. El Paolini
Somers F.C solamente sale a jugar al ataque, y como mucho te espera y te
contragolpea, pero nada de planteos defensivos, nada de tibiezas.
Ella
no pudo evitar las convenciones sociales y empezó a describirse en gustos y
actividades como si estuviese en una entrevista laboral, o yo fuese un
interrogador de la KGB. Yo
traté de ser lo más relajado posible, no invasivo y por suerte (o timing) hubo
diálogo…a pesar de estar a cuatro horas de distancia. Con mucho whatsapp de por
medio (el día que conozca a su inventor, creo que lo beso en los labios; le
debo tanto:) casi que nos comunicábamos todos los días. Dialogábamos, nos
mandábamos mensajes de audio, ella me mandaba fotos de cosas que a mi me apasionan
(Star Wars, por ejemplo) y aunque yo pedía otro tipo de fotos, no tenía suerte
con eso. Sin embargo, sí obtuve un adjetivo que salpimentó todo: “No te mando
fotos picantes porque me estoy matando haciendo cross-fit y así cuando vengas a
Rosario me vas a ver crocante”. Sras y Sres, a partir de ese momento esta chica
pasó de ser “La Doctora ”
o “Rosario” a ser “Croqui” (derivado de Crocante, y si no lo inventó mi amigo
Francis, pega en el palo).
Como
en muchas otras ocasiones, Croqui temporariamente se convirtió en una “Her”
(ante la duda, use Google o vea la película). Croqui estaba siempre presente,
el contacto era casi diario y se sentía bien. No había pacto de revolcón
asegurado peeero las encuestadoras privadas me daban grandes chances de ganar esta
elección.
Era
linda, copada, teníamos mucho en común, todo pintaba bien, pero por alguna
razón (¿será que con los años uno ya desarrolló instinto?) no me fui como un
desaforado rumbo a Rosario, sino que esperé a que se llevase a cabo la
convención de comics allí, para hacer el super-combo (cita con Croqui + salidas
con amigos del medio, win-win…), somehow aunque veía agua en la pileta, no me
tiré como un clavadista, somehow I knew…
Aunque
había un grado de flirteo, yo sentía que había grandes chances de que algo
interesante ocurra. Y llegó el fin de semana de viajar a Rosario, con mi amigo
Francis nos fuimos juntos, paramos en un lindo hotel, pero tanto él como otros
sabían que yo el sábado desaparecía porque tenía mi cita con Croqui. “Si vos
venís a la convención, hacés contactos, te divertís con amigos, y te volteas a
Croqui, sos el rey”, me dijo un gravitante amigo del medio.
Así
que bueno, el viernes la pasé bien en la convención, salí con amigos, el sábado
disfruté de la ciudad y el evento, pero a la noche me cité con Croqui en un bar
de su elección. Aunque me dijo “te voy a llevar al mejor bar de Rosario”, había
una cierta frialdad en los mensajes y la asiduidad ya no era la misma (¿se
había entibiado la cosa?). Su equipo se estaba retrasando a un planteo de 4-4-2
hermético, pero yo igual empilché bien, me perfumé grosso y salí con un planteo
ofensivo donde te mandaba a cabecear al arquero en un corner (de ser necesario
;)
Llegué
al bar y la Crocante
bajaba de su auto. Sí, era linda, tenía unos ojos celestes que no se entendían,
pero sobre todo le sobraba onda (y su tono de voz y un dejo de chetez también
me atraía). Me dijo que nos íbamos a ubicar en la barra, donde nos iba a
atender su ex, el barman…(ABUUUGA! Sonó mi alarma nuclear interna con olor a
WTF!). “¿Cómo?”, se me cayó de la boca. “Que vamos a la barra y nos va a
atender el barman, que es el mejor”, se justificó. “Okeyyy”, contesté. De
repente mi hinchada empezó a descolgar mis banderas y algunos de mis hinchas se
iban de la cancha. Más visitante que nunca...
Nos
ubicamos en la barra y pedimos unos tragos y el diálogo fluía pero no mucho; y
fue un bajón, y me di cuenta que la estaba remando en polenta cuando me
descubrí hablando de The Walking Dead y Lost…
Después
de mi tercer “¿No querés ir a otro lado?”, decidí desistir de cambiar de
locación y no pude evitar preguntarle: “¿Cuál es la jugada? Si estamos acá para
darle celos al barman, avisame y chapamos fuerte frente a él y todo bien, pero
avisame la jugada”. “No, no hay jugada, estamos acá porque él es el mejor
barman y este es el mejor bar”, me contestó. Ella es acuariana como yo…y los
acuarianos siempre tienen una jugada. Mucho no le creí, pero igual seguí
hablando porque aunque veía que mi conquista se derrumbaba como una mala jugada
de Jenga, Croqui igual me caía super-bien.
El
teléfono me explotaba de mensajes, de mis amigos preguntando por updates. “y?”,
era el mensaje más común que recibía. “Hoy no la pongo ni de milagro”, fue mi
respuesta más visceral, desde un baño, en uno de los breaks que me tomé, entre
trago y trago. El equipo de la Doctora Crocante jugaba con un 5-5-1, ultra
defensivo.
Y no
pasaba nada. Nada más que una buena charla. No sentía la química, había gustos
en común pero aunque era linda no había nada animal ni feromonal que me dieran
ganas de darle en cualquier lado. No pasaba nada y era lamentablemente
recíproco.
Cuando
me di cuenta que el partido era irremontable, y que lo había perdido, que no
iba a pasar nada, que habían pasado sólo dos horas y que se había sentido como
una eternidad, decidí sugerir pedir la cuenta. Todas las variables a favor,
todo el contacto asiduo…al tacho. El Paolini Somers Football Clubse enfrentaba
a una derrota casi inesperada, lamentable.
Mi
equipo está a favor del Fair Play asi que pagué todo yo, pero al menos pedí que
me lleve con su auto hasta el hotel donde pasaba mis días. Era el minuto 47 del
segundo tiempo y le grité al arquero que suba a cabecear el corner. Cuando
frenamos en la puerta del hotel, pensé “bueno es ahora o nunca, puede subir, si
tengo mi suerte característica”, y arriesgué un “vos sabés que podríamos haber
chapado fuerte” (y quizás ahí estuvo el error final, en el potencial, en que el
arquero no saltó con decisión y no metió un frentazo fulminante), le deslicé la
responsabilidad a ella, quien contestó “pero te diste cuenta que no”. Y con eso
quedó todo claro que se había perdido el partido y que el Bielsismo del Amor a
veces pierde y te hace volverte a casa en la primera ronda del Mundial.
No
importan las variables, por más que tengas miles a favor, es timing. Asi como
el éxito de un gobierno se rige por la economía, el amor – o los revolcones –
se rigen por el timing (y a veces por el alcohol). Kevin “El Piojo López”
Johanssen dice “Timing is the essence of success”, y no todos los partidos o
elecciones se pueden ganar seguro. No importa lo que digan las encuestadoras o
la tribuna ;)
Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Colorada Majox.