Una vez por mes subiré alguna anécdota patética (donde yo le doy peso al adjetivo),
que contada suele ser graciosa y tipeada veremos cómo queda.

lunes, 29 de junio de 2015

La Narcoleptica.

La cité en uno de mis bares favoritos. “¿Te re garpa el blog, no?”, me dijo luego de unos primeros minutos de conocernos. Macarena era bastante joven, pero no se alejaba de mi target y tenía ese joie de vivre que me encantó de inmediato. “No estás tan hecho mierda a pesar de tener 40”, tiró antes del primer Campari. La joven con ese look muy Hit-Girl de Kick Ass, era una autentica Sugar Ray Leonard de las citas; provocadora nata que entraba y salía del radio de acción. Entraba y salía, te clavaba la mirada y contestaba, o de repente se sumergía en el celular y te ignoraba: “¿Te re molesta que esté dele mirar el celu, no?”. A pesar de cubrirse con muchas capas de rebeldía, como amplio mecanismo de defensa, con su pelo corto y violeta, gafas intelectuales y piercings, era bastante indescifrable. “Hit-Girl”, como la codificaron mis amigos, tenía esa actitud punk donde todo y todos le chupaban un huevo. En teoría. Y aunque algo yo le atraería, de una empezó a criticar la cantidad de hipsters que había en el bar y que yo era medio cheto. Los chistes de mi corte de pelo y futura calvicie tampoco tardaron mucho. Sinceramente no sabía si quedarme o irme, si estaba todo bien, o si era una perversa…aunque algo tenía en claro: con esta flaca, desde el comienzo me di cuenta que estaba perdiendo el control de la pelota…y de la cita en su defecto. Me empezó a cargar con la diferencia de edad y/o con cualquier cosa con la que creía me podía atacar. Le seguí la corriente y los gin tonics nos ayudaban a estar relajados. Cuando en un momento me pareció que daba para chapar…me frenó con un: “Eh, pará te re desubicaste”...Cuando vio mi cara de sorpresa, me dijo: “Jajaja, te estoy cargando, quedate tranquilo que vamos a garchar igual”. Me di cuenta que definitivamente había perdido el control del balón y la noche estaba absolutamente en sus manos.
Cuando me aburrí del constante flirteo la invité a venir a casa con claras intenciones de pasar la noche juntos. Salimos del bar y cuando paro un taxi, me dice: “Ningún taxi, millonario, vamos en bondi”. Banqué esa rebeldía hasta que cuando subimos al colectivo me dice “Che, ratón, ¿te creíste en serio que no quería ir en taxi”?. La flaca era un buscapié, no se sabía para qué lado iba a disparar…
En el bus hablamos generalidades de trabajo y estudios, de su gato y de lo que yo entreno por semana. De chapar o follar no había seguridad ni por asomo, más allá de lo que había dicho hace una hora.
Cuando llegamos a mi casa…prendo la luz y salta la térmica. Nos quedamos sin electricidad en el departamento. Me dice: “Este truquito lo hacés todos los fines de semana vos. El truquito de la pendeja y que justo te quedaste sin luz”. Me había quedado sin luz posta, hacía calor y no podíamos cojer con el aire acondicionado. Iba a ser una noche pegajosa…Si es que íbamos a garchar…
Intenté subir la térmica pero fue inútil. Un cortocircuito me había dejado sin luz un sábado a la noche…Así y todo la remé: Saqué hielos y preparé más tragos, puse velas y finalmente chapamos. In the heat of the moment…le quise sacar sus leggings y se resistía, y quería seguir chapando, y lo hicimos un largo rato, y seguimos tomando, y el chape era intenso pero cada vez que le quería bajar las leggings…no había caso…Las volvía a subir y me decía: “Nooo”, de manera provocadora… hasta que en el tercer intento, verbaliza el deseo de cunnilingus…y bueh…uno deja todo en la cancha. Así que luego de activar dicha situación, después de unos gemidos vino la calma…Y cuando yo creí que había acabado de esa manera… la calma había llegado porque se había dormido…Yo había tenido que remarla en esa oscuridad…y me iba a ir a dormir sin ponerla. El dolor en los huevos se me había pasado a la espalda y a pesar de no estar molesto, le rezaba a Afrodita para que me asegure un mañanero porque sino la iba a pasar físicamente mal.

Se despertó a las 9 del domingo diciéndome: “Me tengo que ir porque mi gato hace un día que no come”. “¿Y hace diferencia un par de horas más?”, le pregunté, medio desesperado por garcharla porque realmente me atraía desde lo físico y su personalidad. “Si muere mi gato te mato. Nos vemos otro día y hacemos algo más normal y menos cualquiera”.
Si lo del felino era mentira, la excusa era tan buena que igual me dio gracia y la acompañé hasta un taxi que le pagué. 
Macarena era muy whatsappera y como se aburría seguido en su trabajo, me escribía frecuentemente. Nos di un fin de semana de break de por medio y en el interín llamé a un electricista. Luego contacté a Maca y le dije de vernos nuevamente. Ella accedió, aunque me pidió de ir a ver una película muy pochoclera que a mi no me desagradaba en lo más mínimo. “Hagamos algo normal, cine, comer, después garchamos…”, me dijo. “En teoría”, le contesté. “Ay, él…se hace el ofendido porque no se garchó a la pendeja…”, las ganas de delirarme no se le habían ido. Yo pensaba, “me hiciste cantar ‘Black hole sun’ y te quedaste dormida sin nada…eso me molesta, nena”. Pero bueno, era muy copada y bastante linda, así que nos volvimos a ver.
Nos juntamos en la puerta del cine, empezamos a ver la película que ella había elegido y empezó a comer pochocho como si fuese el último día…y a hablar durante la peli, pero era tan cool que no me importaba si nos echaban de la sala. En un momento del film, a los 20 minutos, me dice: “¿Te jode si me apoyo en tu hombro y me duermo? Fui a buscar a mi mamá a Ezeiza a la madrugada y casi que no dormí nada”. “No hay problema, dormí”, le contesté, esperando que se duermiera en la película pero para que se despierte luego en mi departamento. Vi el film prácticamente solo. No roncaba pero soplaba mucho. Durmió toda la película. Salimos y quiso venir a casa. A escasas 4 cuadras.
Llegamos y pidió pasar al baño. “Se está preparando”, pensé. Quise agarrar el frasco donde tenía café de Ecuador, para tomar un poco los dos y reanimarnos, antes de empezar a transpirar grosso, y la tapa del frasco se rompió y el recipiente de un kilo de café recién molido estalló en mil pedazos…en toda la cocina y parte de la alfombra del living. No dije nada, al rato grité: “No te preocupes que se cayó un frasco”. Ella desde el baño no decía nada.
Luego, salió vestida y me dice: “La otra vez fue lo de la luz y ahora el frasco. Te pasan todas. ¿No estarás grande para tener citas ya?”. Me seguía delirando…
Como no quedaba más liquido para beber que alcohol, sugerí seguir por ese lado. “Total ya te vi dormir dos veces, y no hay dos sin tres”, le tiré. Agassi todavía tenía passing shots en su raqueta. Macarena sólo sonrió y dijo: “Touché”.
Tomamos tequila, empezamos a provocarnos con la típica amenaza argentina del: “Vos seguro que no te la bancás”. Empezamos a tomar de a dos, en sincro. Sin limón, sin sal, a puro shot y a lo macho. Entre los dos nos tomamos creo que siete shots de tequila cada uno. Yo por el cuarto ya estaba borracho y ella también. Pero seguimos tomando por orgullo y porque la estábamos pasando bien. Al punto que no me acuerdo ni cómo ni dónde, empezamos a chapar y finalmente a cojer. Los dos vestidos y muy borrachos…y la narcolepsia se transfirió como un virus porque nos quedamos dormidos unos arriba del otro y yo todavía adentro. El horror. Yo reaccioné primero y emprolijé la situación todo lo que pude. La tapé y a dormir. Sólo esperaba no tener resaca a la mañana siguiente y un milagroso mañanero para poder copular consciente.

Nos despertó el sol y la resaca. “Estuvo bien. Qué pedo nos agarramos. Leandro, vas a cumplir 40 no te podés comportar como uno de 20, eso dejámelo a mí”. Incluso con resaca y medio dormida, no paraba de gastarme. Ella funciona así y está bien. “Me quiero ir a casa a bañarme y dormir sola. ¿No te jode?”, me dijo Hit-Girl. “No, yo voy a hacer lo mismo”, le contesté. “En la semana hablamos y eventualmente nos vemos”, le digo en la parada del colectivo y antes del subirse al bondi me dice: “Vamos viendo”, con una sonrisa.

Por su somnolencia, por los que tomamos, por los accidentes hogareños, por su rebeldía, porque el polvo borracho no fue óptimo pero mal no estuvo, por la razón que fuere…no la volví a ver. Pero es difícil que me olvide de ella. Levanto una copa en su nombre y la próxima siesta es en honor a Hit-Girl, la narcoleptica.




Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Fer Calvi.