Una vez por mes subiré alguna anécdota patética (donde yo le doy peso al adjetivo),
que contada suele ser graciosa y tipeada veremos cómo queda.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Un Sol en las Nubes.


PAGINA UNO – CUATRO VIÑETAS

VIÑETA 1
Plano General (viñeta amplia). Día. En una terraza con jardín (imaginemos un camping aristócrata en San Isidro, situado en un terrace), hombres y mujeres alados (en su mayoría), con trajes de realeza o aristocracia, disfrutan de un día al aire libre. Quienes no son alados tienen otro tipo de uniformes futuristas o son sirvientes. Los principales personajes en la viñeta, son una mujer de 50 años, su marido de la misma edad, su hijo de 25 años y su hija de 18 años (todos ellos alados). Junto a ellos hay un joven (25 años) uniformado que no tiene alas pero es visiblemente amigo de ellos.

Cartucho: “La conocí como la hermanita de uno de mis mejores amigos: Salvador”.

VIÑETA 2
Plano General. Día. Salvador, Sol y Lázaro (protagonista no alado) navegan en un velero volador futurista.

Cartucho: “Compartíamos gustos, comidas y deportes, a pesar de las diferencias”.

VIÑETA 3
Plano Entero. Interior. Fiesta. Sol toma de la mano a Lázaro para sacarlo a bailar en un Salón futurista. Sol es hermosa, delgada, rubia, de ojos verdes, e irradia alegría y juventud. Muy de fondo la madre de Sol los observa.

Cartucho: “Todos en la familia veían lo que yo tardé en ver. Sol crecía y era innegable que nos atraíamos”.

VIÑETA 4
Plano General. Día. Lázaro está sentado en un banco de plaza, en la calle, de fondo se ven las torres y los ciudadanos alados. Junto a él están sus dos amigos, no alados y con el mismo uniforme que Lázaro. Uno de los dos tiene pelo largo.

Amigo de pelo largo: Olvidate de Sol, vive en las Torres. Para ellos siempre vas a ser uno de la superficie.
Amigo de pelo corto: Es la hermana de Salvador, ella está allá y vos acá, no hay manera.

PAGINA DOS – SEIS VIÑETAS

VIÑETA 1
Plano General. Noche. Interior. En el living de su departamento, en el medio de la sala, hay una pantalla de televisión gigante empotrada en la pared. Este televisor sirve como comunicador (como en Fahrenheit 451). Salvador aparece en la pantalla y le habla a un Lázaro que se oculta detrás de una pared, en su propio departamento (para evitar hablar con su amigo).

Salvador: Lázaro, ¿Estás ahí? ¿Estás bien?

Cartucho (Lázaro): “Por no meterme con la hermana de mi amigo y por no tener alas, me alejé”.

VIÑETA 2
Plano General. Día. Contrapicado. Desde el aire, Salvador y Sol vuelan bajo (cerca de la superficie) buscando a Lázaro. Lázaro se oculta en una boca del subte futurista. Tiene que haber un cartel que diga: “Ascenso ciudadano” con un logo de unas alas, así se infiere que los alados son clase alta y ciudadanos.

Cartucho: “Los dos hermanos me buscaron, pero yo decidí irme de la ciudad”.

 VIÑETA 3
Plano Entero. Noche. Lázaro no tiene más su uniforme y viste ropas de calle (futuristas). Ve como desciende Sol, que le habla antes de tocar el suelo. Sol desciende triste pero hermosa.

Cartucho: “Antes que partiera, ella me encontró”.

VIÑETA 4
Plano Americano. Noche. Sol cuestiona a Lázaro.

Sol: ¿Por qué me evitás? ¿Por qué te estás yendo?
Lázaro: Porque no puedo vivir más acá.

VIÑETA 5
Plano Americano. Noche. Sol cuestiona a Lázaro. Él ahora le da la espalda a Sol.

Sol: Conocí a alguien. Me propuso matrimonio. Le voy a decir que sí. Me gustaría que vinieras.
  
VIÑETA 6
Primer plano de Lázaro. Él le contesta.

Lázaro: Casarte tan joven es una locura. Hacé lo que quieras.

Cartucho: “No le dije ‘escapate conmigo’. No le dije ‘quizás algún día pueda tener alas y podríamos vivir en las torres’. No le dije que no lo hiciera”.

PAGINA TRES – SEIS VIÑETAS

VIÑETA 1
Plano General. Día. Sol se casa con otro ciudadano alado, en un lujo increíble. Están en una gloriosa terraza al aire libre en una de las torres, como si fuese un piso 150. Vuelan pájaros para festejar y todos los invitados tienen alas y uniformes aristócratas. Como en un casamiento de la revista Hola.

Cartucho: “Se casó en las torres. Con todo el lujo. Como debe ser”.

VIÑETA 2
Plano General. Día. Lázaro vestido de explorador cool, vive en una especie de ciudad Ewok, con otros humanos no alados, en medio de la jungla.

Cartucho: “Yo me fui a vivir a la jungla, lejos de la ciudad”.

VIÑETA 3
Plano General. Día. Lázaro se columpia de una liana abrazado a una atractiva morocha local, con la ciudad de la jungla de fondo. Se notan los 35 años de Lázaro. Homenaje a Jack Tenrec de C&D.

Cartucho: “Tuve grandes aventuras y romances”.

VIÑETA 4
Plano Panorámico (viñeta amplia). Día. Lázaro camina ingresando a la Metrópoli de la cual se fue. Se lo ve de espalda, viste sus ropas exploradoras y lleva algunos bolsos. A su lado pasan los clase media uniformados (como vestía él) y por arriba vuelan los ciudadanos alados (con las torres de fondo).  

Cartucho: “Después de 10 años volví a la ciudad”.
  
VIÑETA 5
Plano General. Noche. Cuarto de hotel. Over shoulder de Lázaro mirando su número de tarjeta de identidad (68949052), mientras en la televisión del cuarto dice: “SORTEO ASCENSO CIUDADANO: 68949052”, y un logo de unas alas que acompaña el cartel.

Cartucho: “Tuve suerte en el sorteo ciudadano y el gobierno me dio mis alas y un departamento en las torres”. 

VIÑETA 6
Plano General. Día. Lázaro vuela sobre un enorme balcón terraza donde muchos alados festejan el cumpleaños de Salvador (a partir de esta viñeta, Lázaro siempre tiene alas). Hay como 20 ciudadanos alados, incluyendo a los padres de Salvador, Salvador, su mujer y Sol.

Cartucho: “No me costó moverme en las torres, ni recordar el cumpleaños de Salvador…”.

PAGINA CUATRO – CINCO VIÑETAS

VIÑETA 1
Plano General. Día. Atardecer. Terraza balcón de las torres. Todos ciudadanos alados vestidos de noche y aristócratas a lo Revista Hola. Algunos miran con agrado, y otros no, como Lázaro (nuevamente con su uniforme clase media, pero ahora con alas) desciende en la fiesta. Sol se sorprende y Salvador mira extrañado. Sol ya tiene veintipico y Salvador 35 como Lázaro.

Sol: ¿Lázaro?

VIÑETA 2
Plano Entero. Over shoulder de Lázaro. Sol se acerca a Lázaro con los brazos abiertos. El resto de la gente mira impávida. Sol está feliz.

Sol: ¡Será el cumpleaños de Salva pero vos sos un regalo para mí!

VIÑETA 3
Plano Entero. Sol y Lázaro se abrazan y uno apoya la cabeza en el hombro del otro, con los ojos cerrados. Todo a su alrededor se vuelve difuso (para dar la impresión artística de que están solos y nada más los rodea).

VIÑETA 4
Plano Americano. Sol acaricia a Lázaro, que sonríe por primera vez.

Sol: Te toco y no lo creo. ¿Por qué te fuiste?
Lázaro: Quizás me equivoqué. No sabía si venir. Creí que ahora ibas a estar enojada conmigo.

VIÑETA 5
Primer Plano de Sol. Mira a Lázaro con amor y nostalgia.

Sol: Si crees que yo puedo estar enojada con vos, no me conoces.

PAGINA CINCO – CINCO VIÑETAS

VIÑETA 1
Plano Entero. Día. Terraza balcón de las torres. La madre de Sol pasa por atrás de ella y les habla. Lázaro sólo puede sonreír.

Madre: No empiecen ustedes dos…
Sol: ¡Mamá!

VIÑETA 2
Plano Americano. Sol acaricia a Lázaro.

Sol: Me tengo que ir. Me esperan mi marido y mi hija.

VIÑETA 3
Primer Plano de Lázaro.

Lázaro: ¿Sos feliz?

VIÑETA 4
Primer Plano de Sol (sonríe con tristeza).

Sol: Sí.

VIÑETA 5
Plano Panorámico. Contra picado. Sol vuela hacia torres más altas mirando a Lázaro (detrás y abajo suyo).

PAGINA SEIS – SIETE VIÑETAS

VIÑETA 1
Plano General. Noche. Interior. Bar. Over shoulder de Lázaro, que está apoyado en una barra del un bar chic futurista. El bartender sin alas le sirve un trago y le habla.

Bartender: Qué historia…este trago lo invito yo. 

VIÑETA 2 (viñeta chica)
Plano Detalle. Over shoulder de Lázaro mirando una especie de tarjeta de crédito que muestra cuánto dinero tiene: 1.217.314 Pernicks.

Lázaro (Globo de pensamiento, porque cuando usaba el cartucho le hablaba al barman): “Finalmente tengo alas, un departamento en las torres, muchos pernicks para gastar y vivir…”.

VIÑETA 3 (viñeta chica)
Plano Entero (la misma viñeta en la que se abrazan Sol y Lázaro, pero coloreada distinto para dar un efecto flashback/recuerdo).

Lázaro (Globo de pensamiento): “…y sin embargo nada de esto me importa”.

VIÑETA 4 (viñeta chica)
Plano Americano. Lázaro sigue apoyado en la barra y su trago está a medio tomar. Una gitana futurista le habla.

Gitana: Señor, ¿Le leo otra realidad?
Lázaro: Seguro…

VIÑETA 5
Plano Americano. Over shoulder de Lázaro. Entre Lázaro y la gitana, la mujer interpone y despliega un círculo formado por luminosas cartas de tarot en 3D que flotan ante ambos.

Gitana: Usted está solo. Piensa en una mujer. En una decisión del pasado. No se apene, era joven.

VIÑETA 6
Plano Americano. Over shoulder de la gitana. En el medio del círculo formado por las cartas de tarot en 3D, se ve a un Lázaro distinto, de una tierra paralela.

Gitana: Mire, en otra realidad su vida tomó un curso distinto.

VIÑETA 7 (quizás la viñeta más importante de esta historieta).
Plano Panorámico. Apaisada (como si fuera el Wide screen de una película que termina). El sol se pone sobre el mar en un hermoso atardecer. Hay tres personas de espaladas a la “cámara” mirando la puesta de sol, parados en una playa. Por sus siluetas entendemos que son Lázaro, Sol y un hijo. Los 3 están tomados de la mano. Sol tiene sus alas, el hijo también y Lázaro no.

Cartucho (gitana): “Ella huyó con vos. No le importaban las alturas, solamente vos. En esa realidad lo aprendiste a tiempo. En esa realidad Sol no está en las nubes, está en la playa, siempre con vos”.




Guión: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Agustín Graham Nakamura.

(Dedicado a Timothy Truman, Alcatena, Gardner Fox, Joe Kubert, Alex Raymond, Mark Schultz y Charles Dickens).

Para “Salvador” y “Sol”, espero que ahora entiendan y perdonen lo que pasó hace 15 años. 


lunes, 30 de noviembre de 2015

La Doctora Crocante.

Todo fue una idea de mi amigo Gabriel y su novia Ania. Cuando fui a ver un partido de la Selección a su casa, Ania casi que me taclea al grito de: “¡Te tengo que presentar a una amiga mía!”. Gabriel hizo cara de “puede andar”, así que ya sabía que la candidata era linda. Ania continuó encendida con su relato: “Cierra por todos los lados: vos sos un médico frustrado y ella es médica, es rubia, corre, es muy fan de Pearl Jam y el Grunge, le gusta leer sobre zombies y es muy fan de The Walking Dead!”. “Pará, emotion, vos ya me estás prendiendo el faso para que escuchemos a Vedder en la cama con tu amiga, y me pasás la frazadita para ver TWD en el sillón!”, le contesté. Las variables cerraban, todas, pero ya sabemos que este juego no es fácil, así que tenía que haber una trampa. Siempre hay una trampa. Por eso miré fijo a Ania y le pregunté: “What’s the catch?”. Ella sonrió y me dijo: “Y…vive en Rosario”. También ya sabemos que el amor a distancia no funciona, pero un revolcón a distancia sí, asi que mi respuesta fue: “Foto”. Y sus fotos (en base a las de su perfil de Facebook, cortesía de Ania) eran muy rockers. Pintaba bien la cosa, asi que decidí comenzar con la conquista, el Bielsismo del Amor se activaba nuevamente. China atacaría Kamchatka, once again.

Yo: Supongo que esto ya está hablado y si yo le mando invitación no quedo como el más stalker.
Ania: Ya está hablado, ella espera invitación y ya vio tus fotos de perfil.

El pollo ya tenía aceite y entraba en el horno con papas y un poco de orégano…

Días más tarde, porque no mostrar ansiedad es una de mis reglas, le mandé invitación de Facebook y comencé con el cortejo virtual de likear fotos. Era recíproco. Sin ver si estaba conectada, le mandé un “Novedades?”, como si ya la conociese (que un poco ya la conocía porque era muy pública acerca de sus gustos); eso es parte de la táctica de evitar el incómodo tener que romper el hielo. El Bielsismo del Amor (frase inmortalizada por mi amigo El Cinéfilo, ante mis estrategias de conquista) salía a la cancha, siempre con un 3-3-1-3. El Paolini Somers F.C solamente sale a jugar al ataque, y como mucho te espera y te contragolpea, pero nada de planteos defensivos, nada de tibiezas.
Ella no pudo evitar las convenciones sociales y empezó a describirse en gustos y actividades como si estuviese en una entrevista laboral, o yo fuese un interrogador de la KGB. Yo traté de ser lo más relajado posible, no invasivo y por suerte (o timing) hubo diálogo…a pesar de estar a cuatro horas de distancia. Con mucho whatsapp de por medio (el día que conozca a su inventor, creo que lo beso en los labios; le debo tanto:) casi que nos comunicábamos todos los días. Dialogábamos, nos mandábamos mensajes de audio, ella me mandaba fotos de cosas que a mi me apasionan (Star Wars, por ejemplo) y aunque yo pedía otro tipo de fotos, no tenía suerte con eso. Sin embargo, sí obtuve un adjetivo que salpimentó todo: “No te mando fotos picantes porque me estoy matando haciendo cross-fit y así cuando vengas a Rosario me vas a ver crocante”. Sras y Sres, a partir de ese momento esta chica pasó de ser “La Doctora” o “Rosario” a ser “Croqui” (derivado de Crocante, y si no lo inventó mi amigo Francis, pega en el palo).
Como en muchas otras ocasiones, Croqui temporariamente se convirtió en una “Her” (ante la duda, use Google o vea la película). Croqui estaba siempre presente, el contacto era casi diario y se sentía bien. No había pacto de revolcón asegurado peeero las encuestadoras privadas me daban grandes chances de ganar esta elección.
Era linda, copada, teníamos mucho en común, todo pintaba bien, pero por alguna razón (¿será que con los años uno ya desarrolló instinto?) no me fui como un desaforado rumbo a Rosario, sino que esperé a que se llevase a cabo la convención de comics allí, para hacer el super-combo (cita con Croqui + salidas con amigos del medio, win-win…), somehow aunque veía agua en la pileta, no me tiré como un clavadista, somehow I knew…

Aunque había un grado de flirteo, yo sentía que había grandes chances de que algo interesante ocurra. Y llegó el fin de semana de viajar a Rosario, con mi amigo Francis nos fuimos juntos, paramos en un lindo hotel, pero tanto él como otros sabían que yo el sábado desaparecía porque tenía mi cita con Croqui. “Si vos venís a la convención, hacés contactos, te divertís con amigos, y te volteas a Croqui, sos el rey”, me dijo un gravitante amigo del medio.

Así que bueno, el viernes la pasé bien en la convención, salí con amigos, el sábado disfruté de la ciudad y el evento, pero a la noche me cité con Croqui en un bar de su elección. Aunque me dijo “te voy a llevar al mejor bar de Rosario”, había una cierta frialdad en los mensajes y la asiduidad ya no era la misma (¿se había entibiado la cosa?). Su equipo se estaba retrasando a un planteo de 4-4-2 hermético, pero yo igual empilché bien, me perfumé grosso y salí con un planteo ofensivo donde te mandaba a cabecear al arquero en un corner (de ser necesario ;)

Llegué al bar y la Crocante bajaba de su auto. Sí, era linda, tenía unos ojos celestes que no se entendían, pero sobre todo le sobraba onda (y su tono de voz y un dejo de chetez también me atraía). Me dijo que nos íbamos a ubicar en la barra, donde nos iba a atender su ex, el barman…(ABUUUGA! Sonó mi alarma nuclear interna con olor a WTF!). “¿Cómo?”, se me cayó de la boca. “Que vamos a la barra y nos va a atender el barman, que es el mejor”, se justificó. “Okeyyy”, contesté. De repente mi hinchada empezó a descolgar mis banderas y algunos de mis hinchas se iban de la cancha. Más visitante que nunca...
Nos ubicamos en la barra y pedimos unos tragos y el diálogo fluía pero no mucho; y fue un bajón, y me di cuenta que la estaba remando en polenta cuando me descubrí hablando de The Walking Dead y Lost…
Después de mi tercer “¿No querés ir a otro lado?”, decidí desistir de cambiar de locación y no pude evitar preguntarle: “¿Cuál es la jugada? Si estamos acá para darle celos al barman, avisame y chapamos fuerte frente a él y todo bien, pero avisame la jugada”. “No, no hay jugada, estamos acá porque él es el mejor barman y este es el mejor bar”, me contestó. Ella es acuariana como yo…y los acuarianos siempre tienen una jugada. Mucho no le creí, pero igual seguí hablando porque aunque veía que mi conquista se derrumbaba como una mala jugada de Jenga, Croqui igual me caía super-bien.
El teléfono me explotaba de mensajes, de mis amigos preguntando por updates. “y?”, era el mensaje más común que recibía. “Hoy no la pongo ni de milagro”, fue mi respuesta más visceral, desde un baño, en uno de los breaks que me tomé, entre trago y trago. El equipo de la Doctora Crocante jugaba con un 5-5-1, ultra defensivo.
Y no pasaba nada. Nada más que una buena charla. No sentía la química, había gustos en común pero aunque era linda no había nada animal ni feromonal que me dieran ganas de darle en cualquier lado. No pasaba nada y era lamentablemente recíproco.

Cuando me di cuenta que el partido era irremontable, y que lo había perdido, que no iba a pasar nada, que habían pasado sólo dos horas y que se había sentido como una eternidad, decidí sugerir pedir la cuenta. Todas las variables a favor, todo el contacto asiduo…al tacho. El Paolini Somers Football Clubse enfrentaba a una derrota casi inesperada, lamentable.
Mi equipo está a favor del Fair Play asi que pagué todo yo, pero al menos pedí que me lleve con su auto hasta el hotel donde pasaba mis días. Era el minuto 47 del segundo tiempo y le grité al arquero que suba a cabecear el corner. Cuando frenamos en la puerta del hotel, pensé “bueno es ahora o nunca, puede subir, si tengo mi suerte característica”, y arriesgué un “vos sabés que podríamos haber chapado fuerte” (y quizás ahí estuvo el error final, en el potencial, en que el arquero no saltó con decisión y no metió un frentazo fulminante), le deslicé la responsabilidad a ella, quien contestó “pero te diste cuenta que no”. Y con eso quedó todo claro que se había perdido el partido y que el Bielsismo del Amor a veces pierde y te hace volverte a casa en la primera ronda del Mundial.


No importan las variables, por más que tengas miles a favor, es timing. Asi como el éxito de un gobierno se rige por la economía, el amor – o los revolcones – se rigen por el timing (y a veces por el alcohol). Kevin “El Piojo López” Johanssen dice “Timing is the essence of success”, y no todos los partidos o elecciones se pueden ganar seguro. No importa lo que digan las encuestadoras o la tribuna ;)



Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Colorada Majox. 


viernes, 30 de octubre de 2015

La Jugadora de Póker.


“Moon river, wider than a mile
I'm crossin' you in style, some day.
Old dream maker, you heartbreaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way”.


Suelo visitar el Hotel Royale, en la esquina de Brubaker y Marlowe, cerca del Hotel Alvear. En el fondo del hotel existe el bar Casino, un bar secreto, exclusivo. Para acceder al mismo, uno entra al Royale, se dirige hacia una de las tiendas de ropa y pide ver al sastre. Esa es la palabra clave para que te otorguen paso detrás de una puerta, donde no se encuentra un hombrecito con un centímetro, sino una de las mejores barras de Buenos Aires; rodeada de mujeres, jugadores y mesas de póker. Conocí este bar gracias a mi amigo Juan Santos. Juan es actor y su mundo es Hollywood y los lugares secretos.  

Sonaba Moon River en versión de Louis Armstrong la primera vez que la vi. Ella estaba en el bar junto a un amigo. Nos estudiamos. Su nombre era Anabella.

Emilio es uno de los mejores jugadores que conozco. Aunque es bastante más joven que yo, su juego es sutil, siempre en control. Mi juego es más arriesgado, más apasionado, no creo ser tan bueno, creo tener buenas rachas y algo de experiencia. Con Emilio nos conocemos gracias a Juan. Muchas mujeres se acercan a nuestro juego porque somos amigos de Santos. Mi amigo actor es pillo, pasa, bromea, no se involucra. Se acerca, incita a nuestro juego, reímos, mucho, nos contamos novedades en la barra, y luego ser retira, elegante, como si nunca hubiese estado.

La rubia al lado de Emilio era delgada, muy sexy, podría haber sido modelo, su perfil no era difícil de decodificar. Con tanto juego encima, uno aprende a leer a la gente más fácilmente. Era tan linda. Nos cruzamos nuevas miradas pero nada más. Era parte de la mesa de mi amigo.


“A little less conversation, a little more action please 
All this aggravation ain't satisfying me 
A little more bite and a little less bark 
A little less fight and a little more spark 
Close your mouth and open up your heart and baby satisfy me 
Satisfy me baby”. 


Sonaba un tema de Elvis la segunda vez que la vi. Nuevamente en el Casino. Era una noche lluviosa y yo entré al bar un poco húmedo. Ella estaba impecable, con un vestido de noche largo, sentada en la barra, me invitó a acompañarla con un gesto. Emilio no estaba en su mesa. Dudé en sentarme, pero lo hice. Tengo una debilidad por las rubias, aunque sean de peluquería. Nos presentamos y hablamos de la vida y el juego. Ella tomó un Johnny Walker saborizado con miel y yo un Gin Tonic con Gin Príncipe de los Apóstoles, mi favorito. Cortésmente comencé a terminar la breve conversación. Me retiré a mi mesa a un poco más tarde. Aunque pensaba en ella, yo seguí con mi juego. Ella dudó en acercarse, pero se fue.

Mi amigo llegó al rato, Anabella ya se había retirado. Cuando nos vemos fuera del Casino podemos ser diferentes, pero en el juego, somos un poco más formales, mantenemos valores y una vestimenta más tradicional. Estar en el Casino nos transporta a otra época, con más códigos pero el mismo grado de oscuridad. Le pregunté acerca de la rubia. Emilio se hincó de hombros, no estaba tan interesado. Me dijo que se tenía que ir a New York al otro día y que no sabía cuándo iba a volver. Reflexionó en voz alta que nadie es propiedad de nadie y que si ella se acercaba a mi mesa, no debería sentirme mal en acercarme a ella. Tomé de grata manera el gesto de mi amigo, su mente estaba en otro lado. Mi mente estaba en la rubia.


“She take my money when I'm in need
Yeah she's a trifling friend indeed
Oh she's a gold digger way over town
That digs on me.
Now I ain't saying she a gold digger
But she ain't messing with no broke niggas”.


La próxima vez que la vi, sonaba un tema de Kanye West y Jamie Fox, en clave de Jazz. Anabella estaba imponente y se acercó directamente a mi mesa. Luego de unas manos, buenas manos, la invité a la barra. Tomamos unos Camparis y reímos mucho. Era tarde y mi torpeza me hizo tirar el final del trago en su vestido. Se rió por mi torpeza y seguimos riendo.

Salimos juntos del bar y nos despedimos en la puerta del hotel. Le quise robar un beso pero me dijo que no le gustaba besar en público, así que con un gesto hice que los conserjes y taxistas se fueran. No había más público, me besó con una sonrisa. Era constantemente sexy y casi perfecta.
En el Royale tengo cuenta y puedo pedir la habitación que quiera, cuando quiera. La invité a pasar la noche conmigo pero no quiso, aunque me invitó a pasar el fin de semana en su casa de campo.

Tuve que llamar a New York. Hablé con Emilio y le dije lo que iba a pasar. Emilio no tuvo inconvenientes, él consideraba que ya había pasado mucho más conmigo que con él, y siguió con sus aventuras en la Gran Manzana. Yo me fui hacia la casa de campo.

Anabella me recibió al mediodía con una fondue. Ella estaba informalmente tradicional, con una hermosa camisa, perfectamente entreabierta. Afuera hacía mucho frío y prendimos el hogar. Nos besamos, mucho, pero siempre sexy y provocadora me dijo que debíamos comer antes. Yo creí que al comer me iba a dar sueño o pesadez estomacal, pero no fue así. Hablamos, apartamos las cosas y antes de preparar un té, nos besamos y se trepó a mí enlazando sus piernas en mi cintura. La llevé cargando hasta su habitación. Me hizo cerrar todas las ventanas, porque no quería ver luz cuando tenía intimidad con alguien. Dejé apenas abierta una de las cortinas. A mi sí me gusta ver. Estuvimos el resto del día en la cama. Yo sabía que era una aventura, pero también conozco cuando alguien me está gustando demasiado.

Eventualmente regresé al Casino. Mi juego no podía ser mejor y ella estaba en mi mesa. Entre juego y juego, los dos bebimos en la barra y hablamos de lo que quería cada uno para su futuro. Ella quería alejarse de su familia y vivir bien. Yo quería vivir frente al mar y dejar de jugar. Los dos, a su manera, estábamos logrando lo que queríamos.
Esa noche la invité a dormir conmigo en el Royale, y accedió. La cama era muy ruidosa y su pudor sexy nos hizo improvisar y probar todo tipo de superficie en la habitación. Me desperté con ella y noté que quería que eso ocurriese más seguido. Le propuse hablar locuras y ella entendió de qué le hablaba. Me sugirió mudarnos frente al mar y que deje de jugar. Sólo pidió viajar juntos y que deje mi sueño de una motocicleta con side-car por un automóvil para los dos. Dejamos la habitación y al firmar la salida, ella firmó con mi apellido, como si fuese mi mujer.
  

“I know you, I walked with you once upon a dream
I know you, the gleam in your eyes is so familiar a gleam
Yet I know it's true that visions are seldom all they seem
But if I know you, I know what you'll do
You'll love me at once, the way you did once upon a dream”. 


Una cantante parecida a Lana Del Rey cantaba Once Upon a Dream (quizás era ella), el día que Emilio volvió de New York al bar. Ambos coordinamos los días que iba cada uno al Casino. Cada uno tenía su juego, por separado. Una mañana me despertaron en la habitación del Royale. Anabella estaba conmigo. Mi padre estaba en el hospital. Dejé a Anabella y me fui a estar con mi familia. Ella se fue con su gente, me hubiese gustado que me acompañase.
Papá estaba muy grave. Me costaba ver a Anabella porque estaba muy ocupado y algo molesto porque no me quiso acompañar al hospital. Nos vimos en el bar. Ella estaba conmigo, pero algo distante. Yo estaba enojado y algo bebido. Le reclamé el por qué no me había acompañado al hospital, ella dijo que era muy personal y que me estaba dando espacio. Intentó alivianar la tensión con una broma y yo no lo tomé a bien. No me acompañaba, estaba distante, sentía que no podía ser yo, me quería alejar del juego y le interesaba acompañarme pero en ciertas condiciones. Como todo jugador, siempre tengo una jugada pensada para lastimar al adversario. Nunca la debería haber usado con ella: le dije que de haberse ido a New York la hubiese pasado mucho peor.
Se mantuvo en silencio un rato. Con la cabeza gacha, hasta que la levantó y me invitó a jugar. Suelo tener suerte, suelo tener buenas manos. Era atípico, me estaban retando en mi territorio en un juego en el que me va muy bien, así que acepté el desafío y jugamos. Jugué fuerte, confiado, casi faltándole el respeto; ella sólo jugó un poco y finalmente decidió terminar la jugada apostando todo lo que tenía. Yo hice lo mismo. Bajó sus cartas y se llevó todo lo que teníamos. Todo. Hasta los sueños de estar juntos frente al mar.
Aunque soy bueno leyendo a los jugadores, en ella me perdí. No quise ver que siempre jugó y ganó con un bluff. Siempre creí que le podía dar vuelta el partido. Nunca pude. No ayudé a mi amigo a que siga con ella, la quise para mí. Yo la había ninguneado…me la había creído y me había gustado, mucho. Demasiado.

Emilio volvió al Royale los mismos días que yo. Anabella ya no venía. Yo estaba en la barra y casi no jugaba. Mi amigo se acercó a mi y me dijo palabras que aún recuerdo: “Te equivocaste, sí, pero no te culpes tanto. Ella simplemente fue mejor jugadora de póker que vos”. Esa frase resumió gran parte de lo ocurrido y el abrazo de Emilio, a pesar de lo que yo había dicho de él, mostraba a las claras lo que éramos: amigos en serio.

Epílogo:
Dejé de ir al Casino un tiempo y comencé a beber en un bar japonés llamado Bujin. Muchos jugadores de alto vuelo se reúnen ahí. Algunos de ellos son amigos míos. Francis es uno de ellos y me informó que era hora de dejar de pensar en Anabella, ella ahora estaba ocupada con otros proyectos y era parte de otra mesa, en un hotel en Bariloche. Francis suele saber cosas.
Francois es en parte mentor de Francis y mío. Fue un excelente jugador. Ganó todo. Pasó por la barra y al ver mi semblante y mi trago, decidió acercarse a hablar un poco: “Un Johnny Walker saborizado con miel…no es tu trago Lea, quizás el de alguna mujer que ya es mejor olvidar. Mon frere, en el juego, o digamos…en el amor, uno debe jugar sin traicionar su esencia y está bien equivocarse. Uno juega y si uno pierde, no pasa nada, uno vuelve a jugar. No hay problemas, se vuelve a empezar”, y con esas últimas palabras y una palmada en el hombro, el calvo y elegante francés me dio permiso para dejar de sentir lastima por mi mismo y de a poco volver a jugar y creer.


Volví a jugar e intento ser menos apasionado. No siempre me sale. Trato de jugar sin traicionar mi esencia y si me equivoco, recuerdo, que uno simplemente debe volver a empezar, hasta que llegue el momento en el que uno decida no jugar más. Idealmente, frente al mar y en compañía. 




Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Juan Manuel Tumburús. 


martes, 22 de septiembre de 2015

La Mujer Fantasma.

Romina en el secundario y otra Romina en la facultad. Ambas eran hermosas, altaneras, distantes, etéreas e inalcanzables.
Cansado de las mujeres intangibles, uno vuelve a vincularse con las reales, pero no puede dejar de pensar en aquellas divinidades vestidas de femme fatale que uno llegó a rozar.

Las mujeres reales son menos enigmáticas, más vulnerables, más tangibles, menos ideales, más aburridas. Es inevitable que con el tiempo uno deje de mirar humanas y vuelva a pensar en esas construcciones casi holográficas que uno busca: lindas, que hablen idiomas, que viajen, que tengan gustos y actividades, que acompañen, que se vistan bien, que sean presentables, que tengan amigas y amigos, que sean cultas, que cojan sin límites, que tengan una vida. Esas que uno por el rabillo del ojo ve en el subte, en el colectivo, en el trabajo, en la facultad, en la calle, o por las noches en un bar. Estas mujeres-espectro son siempre resbaladizas, están y no están (como el gato de Schrodinger), e incluso en una noche en las que se encuentran en nuestras sábanas, cuando te dicen que les gustás mucho, que no pueden creer que al fin apareciste, que siempre van a estar, que quieren vivir con vos y meter un viaje fuerte por año, etc., vos escuchás y disfrutás, y tratás de sostenerle la mano caminando por Palermo aunque sabés que se te está escapando, y que sus palabras son sólo cantos huecos, como los de las sirenas que años atrás escuchó Ulises.
Vos sabés, y eventualmente dejás de ver visiones y buscás realidad. Y aparece una mujer en serio, una que te hace olvidar a las inmateriales y salís con ella. Te enganchás, discutís, garchás, mirás la tele, paseás su perro, compartís comidas y partidos de fútbol tapados con una frazadita verde…y de a poco comenzás a notar que se cansa, que duerme la siesta mientras vos entrenás, que le da lo mismo ver una u otra película, que se queja, y te das cuenta que es demasiado real y es el comienzo del fin.
Con mi última ex, la mejor, la única con la que hubiese formado una familia, nos separamos por querer demasiadas cosas distintas. En el final, uno en paz aunque triste, le dije: “Nuestro problema también es que estamos enamorados de fantasmas. De un ideal. No estamos bien con nadie porque siempre buscamos al fantasma que tiene todo lo que queremos que tengan”.
No lloramos, hubo un abrazo eterno y a mí se me cayó un “I don’t wanna let go”, y ella le puso cordura a todo, como siempre, con un “We have to”.
Ella vive en las montañas, como quería. Yo algún día viviré frente al mar, como quiero. Nos llevamos bien. Dejó la vara muy alta.


No vayamos atrás de fantasmas. Son ecos de una realidad. Se ven y no se ven. Son un remanente de algo que ya no está. Son construcciones intrigantes, bellas y atractivas, pero no son reales. Ya sean vistas por el rabillo del ojo, estén presentes en un recuerdo o atrapadas en un celular. Son la píldora azul, son el OS1.
Las mujeres fantasma son un proyecto de lo que habría que buscar, pero lo real es lo que hay que encarar. Si no podemos convivir con diferencias, lo distinto, lo humano, lo falible, lo espontáneo, es hora de buscar un lindo rincón para comprarse y poner un helecho en nuestras casas, para que le hagan compañía a nuestras neurosis y los espectros ideales que acompañan pero no están.

El amor es la entrega total. Muchos seres vivos no pueden amar. Los fantasmas definitivamente no pueden dar todo. Los fantasmas no se vuelven tangibles. Andá a caminar de la mano de un humano.


Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Fer Gris.




domingo, 23 de agosto de 2015

La de las Gotitas.

Tenía dos entradas para un recital y un amigo me había cancelado en el día. Me sobraba una entrada, la había pagado cara y estaba a pocas horas del evento. Mi amigo se negó a devolverme el dinero de la entrada que él me había hecho sacar. En esa etapa cada moneda contaba para mi supervivencia. Corrían las horas y de fondo sentía los acordes de Lalo Schiffrin y Misión Imposible: mi misión era vender la entrada para recuperar algo del dinero, antes que empiece el recital. Chan cha chan cha chan chan cha chan…

Ofrecí la entrada sobrante en la página de Facebook de la banda y enseguida una flaca me contestó: “Me interesa pero no quiero ir sola. Si te la compro, ¿te molesta que vaya con vos?”, me dijo. Aunque levanté una ceja frente al monitor, yo sólo quería recuperar el dinero invertido y no me importaba tener que estar toda la noche acompañando a una posible densa. Money talks, people walksand I ran, back then.
La cité a tres cuadras de mi casa para darle el ticket, que ella me diera el dinero y luego nos iríamos juntos al recital, y dependiendo cuán pesada pudiera llegar a ser, me iba a “perder en medio de la muchedumbre”.

Cuando me acerco a la esquina de la cita, había dos mujeres: una era una mujer muy grande que me miraba con interés y la otra era un hembrón. La lógica era que me vaya con la mujer grande, frustrada y recién divorciada…pero por alguna razón, la bestia de un metro ochenta que vestía una remera recortada de los Foo Fighters, de pechos imponentes, fue la que me dijo: “Leo, soy yo”. Esa era la chica que no quería ir sola a un recital…
Miré para arriba y sólo dije: “Gracias”. Le di la entrada, me dio la plata y fuimos juntos a ver a la banda.
Yo esperaba que algo saliera mal, que se desmayara, que fuera nazi, qué sé yo…pero no: la pasamos de puta madre porque le gustaba la misma música que a mí, tenía mucha onda y la diferencia de 15 años no se notaba. Terminó el evento, nos volvimos juntos, pero no hice nada porque no notaba mucha agua en la pileta y porque yo estaba de novio con una flaca a la que adoraba y no iba a traicionar. Sin embargo, le saqué el teléfono y quedé en contacto con Esperanza. Si, se llama así, luego ampliaré el por qué…
Sinceramente, que la historia haya comenzado en un recital y no mediante una red social, era un alivio. El equipo todavía tenía con qué encarar en la vida real. Ponele ;)

Lamentablemente terminé mi relación y al poco tiempo ya estaba en contacto con la chica grunge a través de Facebook. Este blog recién comenzaba y algo de esto le puede haber interesado, lo cual me facilitó el trámite de ir a tomar cerveza artesanal con ella. Aunque estaba todo aparentemente bien, no podía evitar agregar una capa más de preocupación a mis neurosis: la posibilidad de volver a acostarme con alguien de 22, después de haber estado dos años con una de 30. No sabía si estaba a la altura. Esperanza era muy atractiva. Podría ser una vedette de la calle Corrientes sin problema alguno. Mucho antes de verla nuevamente ya le estaba rezando a todos los dioses el poder garchar y durar más que un tema de Los Sex Pistols… 

Esperanza era estudiante de psicología y se ajustaba a mi teoría de que los estudiantes de dicha carrera entran a lafacultad primero para arreglar sus quilombos internos (ojo, que todos los tenemos) y de rebote salen con un título, si tienen la disciplina del trajín académico. Saber que estudiaba psicología me dio la ventaja de estudiar ciertas variables que podía sacar a mi provecho. Alguna vez un amigo me describió como: El Bielsista del Amor. Más bien diría que soy un neurótico que pisa los 40, tiene algo de experiencia y punto.

Me reuní  con ella y la cita fue normal: bebimos (porque tomar es otra cosa), hablamos de música, de películas, de la facu y cuando salimos ya estábamos los dos un poco entonados.
Caminamos por una avenida y le dije de venir a casa. Se rehusaba. “No te conozco”, me decía. “Más público no puedo ser, así que conmigo estás segura”, le dije. Hubiese dicho cualquier cosa con tal que viniese a mi casa. No sólo estaba muy buena sino que los meses sin sexo que yo tenía me estaban poniendo en un marco de alerta amarilla. 
Caminamos, chapamos. “Ya fue, vamos a casa”, “La primera cita no da”, ese típico diálogo boludo que se suele repetir demasiadas veces. Finalmente le dije “el alcohol nos exonera”, y le debo haber tocado alguna fibra académica poco histérica, porque gracias a esa frase ridícula, la convencí de subir al taxi.
Como en el taxi no podíamos chapar mucho más (sobre todo porque yo no me quería sobre excitar y acabar en el ascensor), le pregunto: “Che, ¿Tus padres son muy hippies? ¿Por qué te pusieron Esperanza?”. “Mi hermano se llama Camilo, mis viejos son muy de izquierda”. A lo que contesté: “Grosso”, mientras pensaba en qué maniobra iba a tirar la bandera de Canadá que tengo en casa, o cualquier otra simbología imperialista en mi departamento cipayo.

Llegamos al departamento y se me ocurrió no prender todas las luces para que no se noten mis elementos imperialistas, y para generar más clima. Preparé unos tragos dulces y antes de terminarlos ya estábamos chapando nuevamente.
Todo bien, en el sillón, pero cada vez que me acercaba a su ropa interior me frenaba y me sacaba la mano. OK…puedo esperar. Seguimos chapando y en eso me dice: “¿Vos tenés algún mambo?”. “¿Eh?”, fue mi respuesta automática.
-         Qué si tenés algún mambo del que me tenga que preocupar…
-         Mambos tenemos todos…
-         No, porque si esto perdura tengo que saberlo.
“No, nada fuera de lo común”, dije (mientras pensaba: “Ojo, flaco! Todavía no le tocaste una teta y ya está usando el verbo per-du-rar!”. Los enanos dentro de mi cerebro me mandaban una alerta naranja, aunque yo no los escuchaba).
Seguimos chapando y suelta: “Digo, porque si esto perdura tenemos que inventar que nos conocimos caminando por Palermo o algo así”. “Si, claro”, dije yo mientras me volvía loco tratando de sacarle el corpiño. Había usado el término “perdura” nuevamente y la alerta anaranjada estaba entrando en zona roja. Hasta que me dice: “Ese no lo vas a poder sacar porque primero tenés que sacar el otro”.  “¿Eh?”, fue mi respuesta automática.
“Claro”, dijo y se paró. Yo quedé sentado en el sillón y frente a mí, se erige como Afrodita reencarnada, se saca la remera que tenía puesta, y debajo tenía dos corpiños. Dos.
“Tengo que usar dos porque tengo mucho busto”, me dice mientras se sacaba el primero. Y yo ya sonriendo le dije: “¿Cuánto tenés?”.
“120 de taza, 60 de cintura y 90 de cola. No la podes creer. ¿No, Paolini?”.
Solamente atiné a decir “Aha”, mientras escuchaba el Himno de la Alegría en mi cabeza a todo volumen.
Se abrían las puertas del Valhala y llegamos a mi cama. Nos quedamos los dos sólo con la ropa interior de abajo. Finalmente iba a volver a las canchas y… súbitamente, y casi en un grito, la Fantinea: “Pará, pará, pará…”. “¿Eh?”, fue mi respuesta automática.
“Cuando me excito mucho me tengo que poner unas gotas en la nariz”, me dice, prácticamente en bolas, una mina que no se entendía lo buena que estaba.
Solamente atiné a decir “Aha”, mientras escuchaba la sirena “Abuuuuuga, abuuuuga”, de una planta nuclear. Alerta Roja.
Se puso las gotitas y seguimos chapando, comencé con el juego previo que todo hombre debe hacer y nuevamente Alejandro Fantino la poseyó con un: “Pará, pará, pará…que me tengo que poner más gotas”. Yo ya estaba para colgar una bandera y le digo: “Bueno, pero si estamos así, isn’t that the point: to get excited…”. En situaciones límites me pongo lógico y hablo en inglés cuando me entienden. Todos tenemos mambos. “Si, pero igual necesito las gotitas”, me contestó...
Se dio otro jalazo más de gotas y arrancamos nuevamente. Cuando el sol ya entraba en el departamento, ambos completamente en bolas y yo con los forros en la mano, me dice: “No me mates, pero se me acabaron las gotitas y ya es de día. Así que mejor lo dejamos para otro día. ¿Dale?”.
Traté de que se quede a dormir y la gasté con ser una vampiresa del sexo que sólo lo podía hacer de noche. No mencioné lo de las gotitas. No quiso quedarse. Quedamos en vernos en otro encuentro u otro recital. Todavía no hubo revancha.


Esa noche toqué primera base y nada más. Quizás zafé de una alerta roja y una loca importante. Esa noche en mis sábanas quedó un manchón trasnochado del contorno de Canadá… como la bandera imperialista que se ubicaba sobre mi cabeza. No sé si podemos considerar que gané en un recital.


Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Rubén Gauna.




lunes, 20 de julio de 2015

La Reina del Porno.

Tener un amigo famoso, que te saque una foto en Instagram (y te etiquete), tiene más éxito que un año entero en Tinder. Así fue que conocí a Jazmín. Mi amigo famoso me sacó una foto luego de entrenar y a las horas se disparó mi cuenta de Instagram, con solicitudes de conectarse. Acepté a las mujeres más lindas. Amigos me sobran y amigas también. La única verdad es la realidad.
Esta flaca me empezó a seguir, gustar muchas de mis fotos, y como soy un atrevido, un día le mandé un mensaje privado. Al rato ya estábamos whatsappeando. Por suerte ella también se enganchó con este blog y trascendí el ser “el amigo de” para convertirme en “el del blog”. Sin embargo, me advirtió que era muy fan de mi amigo, que lo seguía desde sus novelas juveniles y que la hacía reír con cada aparición televisiva que él tenía. Marche una stalker a la mesa 4…
Cuando comenté esto al resto del Entourage, todos dijeron: “Es una loca, da stalker, no le interesas vos sino que está con el amigo de…”. Por suerte ya aprendí a convivir con eso y no tengo tanta moralina como para no atreverme a conocer a alguien nuevo. Sea como sea. Y además me puedo cuidar bien.

Aunque seguimos chateando esporádicamente, yo estaba muy ocupado y no la podía ver, y además ella tuvo comentarios como: “hace mucho tiempo que no estoy de novia”, lo cual me daban ganas de mudarme a Malvinas. Pero coraje me sobra y el tufillo de la aventura me atrae, entonces continué mi vínculo digital. Nos toreábamos en relación a cómo iba a ser nuestro encuentro y ella confesaba “bancársela mucho y con el alcohol también”. Con comentarios así tuve que reorganizar mi agenda lo antes posible. Sentí que podíamos saltear la escala de ir a tomar algo a un bar y por eso la invité directamente a cenar a casa. Accedió. Me preparaba a otra conquista, completamente desconocida, iba a saltar al vacío sin red nuevamente y con el agregado de que mis amigos me decían que no lo haga por la inseguridad de toda la cuestión. Pero así y todo ultimé detalles y coordiné para que haya un encuentro en breve.
Lamentablemente una tragedia familiar personal se interpuso y no nos pudimos ver. Y luego ella se fue de vacaciones a Europa. El contacto mermó y por un tiempo no supe qué era de su vida. Pensé que no la iba a ver y todo iba a quedar en la histeria que suele abundar en redes sociales y en encuentros con flacas que creen que por tener un amigo famoso uno les garantiza el pasaje a una mejor vida.
Pero el contacto se reanudó y mientras viajaba por Europa, me contaba sus experiencias sexuales allí: que un polvo rápido en un callejón en Roma, que una tarde con otros dos en una oficina en París…esta chica era como la versión femenina de Mis 76 Mujeres y en cualquier momento me iba a salir con una competencia a lo Mis 76 Hombres!
Su contacto era gracioso y concreto, poco histérico, se confesó ninfómana y que le encantaba cojer. Se estaban montando buenas bases para un encuentro explosivo. Desde distintas ciudades del viejo continente me mandaba fotos de artículos que entraba a comprar a sus sex shops: que lencería por acá, que gel intimo por allá, que mirá qué buena está esta estatua! Así la calentura iba subiendo y yo creía que el día que nos viésemos íbamos a mover el eje de la rotación de la tierra.
Sus fotos no cesaban y ahora era ella la que posaba con la lencería que había comprado, desde algún hotel sórdido de Europa. Recordemos que yo no la había visto, ni había hablado con ella aún. Pero igual ella seguía militando en sex shops y me confesó que le calentaba garchar con películas porno de fondo: ¡Era la autentica Reina del Porno!

Finalmente regresó a Buenos Aires y se dio que yo justo estaba por su barrio un fin de semana, así que no quisimos esperar más y nos vimos en un bar. Me tribuneó con una remera de Thor y agradecí el gesto. Hablamos algo, pero a veces suele haber una química física en las personas donde hablar está muy de más, así que empezamos a chapar en el recinto al límite que nos echen. Lamentablemente estábamos en un barrio bien donde no hay telos y ninguno disponía de un departamento por allí, y como no estábamos en Roma, no me la pude garchar en un callejón y tuve que esperar a un próximo encuentro.
Esa semana de espera fue el horror porque al confesarse ninfómana me decía que quería sexo todo el tiempo y que esperaba que yo me la bancase porque ella iba por todo. Todo. Pavada de desafío…
Me contaba que como no podía parar de pensar en sexo y en mí, se tocaba en el baño de su trabajo y en la ducha de su casa, ya que vivía con sus padres y no quería que escuchen sus gemidos…Estuvimos toda esa semana mandándonos mensajes que sonrojarían al Sr. Grey…

Jazmín también daba rienda suelta para que uno juegue dentro de los confines del S&M. Ya lo había dicho, venía por todo. Todo.

Llegó el viernes a la noche, y en la primera impresión la vi fumando seria y nerviosa en el hall de entrada de mi edificio. Se había prendido la primera luz de alarma. Arranqué con un: “Hola. ¿Todo bien?”, “Sí, sí, todo bien”, contestó con la cabeza gacha y entró en el ascensor. Casi no hablaba y apenas contestaba lo que yo preguntaba, para remar algún tipo de conversación. ¡Necesitábamos alcohol ya!
Se sentó en el respaldo del sillón mientras yo preparaba una picada y tragos. Prácticamente no había levantado la vista, no había mirado mi departamento y su diálogo era telegráfico. “Nuevamente, hoy seguro no cojes”, pensé.
Con algunos tragos encima y mi simpatía en esteroides, remando el Niágara cuesta arriba, empecé a flirtear en una llamarada de gloria, en un a todo o nada, total estaba jugado. ¿Dónde estaba la osadía de sus fotos en bolas? ¿Dónde había quedado su desafiante faceta de ninfómana? ¿Dónde habían llevado a la Reina del Porno y me habían traído a esta piba?
Decidí que el tiempo pasaba y mandé a cabecear al arquero en un corner: la arrinconé en la cocina y empezamos a chapar. La toqué y estaba empapada, se abrían las puertas del Nirvana.
Y ahí yo hice una jugada arriesgada, yo me puse en Mr. Grey, la tenía que descolocar de todo lo que pasaba y meterla en una ficción para sacarle presión. Así que me senté en el sillón y le dije: “Vas a ir a la cama y me vas a esperar como querés que te coja. Cuando estés lista, me llamas”.
Ella se dirigió hacia la cama y yo pensaba: “O soy un genio, o agarra su cartera y se va, y finalmente me recibo de boludo”. Pero por suerte logré escuchar un: “Listo”. Me acerqué a mi cama y la encontré desnuda y en cuatro, con cara de ninfómana. Había regresado. Miré al cielo y le agradecí a Odín por otro favor más. Sin embargo, a medida que me iba sacando la ropa para entrar y romper todo…me di cuenta que yo estaba sufriendo una tragedia en el peor momento. Tenía a una ninfómana de menos de 30, en cuatro y en bolas, y a mí la UOM del pene me decretó un cese de actividades: Sí, Sras y Sres, no se me paraba.
Esa extraña situación no le es ajena a los hombres ante tanta presión y debo confesar, que como los mundiales, por suerte me pasa poco y más o menos cada cuatro años. Pero me pasó esa noche. No la podíamos creer.
La Reina del Porno la remó, hizo de todo, yo también, con porno de fondo, con elementos de S&M, con otros recursos…pero una verga erecta es una verga erecta y esa noche la tortuga no quiso salir del caparazón, el general no quiso salir del cuartel, etc.
No nos quedó otra que después de accionar lo alternativo, nos quedásemos en la cama fumando y hablando. Incluso se quedó a dormir y por la mañana hubo un mañanero que me redimió…pero apenas. La final del mundo había sido a la noche y yo la pechee. Fui Pastore.

Quedamos en vernos y por alguna u otra razón no nos volvimos a ver. Mientras tanto Jazmín se fue del país y sigue con sus aventuras ahora en Barcelona. Mi contrapartida sigue juntando experiencias.

Asi que ya saben, vivan su vidas en paz porque todavía no sacamos a la tierra de su eje con un garche digno. No nos volvimos a ver, aún.

Por suerte el incidente no se volvió a repetir con otras. Calculo que para el 2019 volverá una noche de maldición. Mientras tanto, me sigo revolcando y tropezando para su perverso entretenimiento de mis desventuras. Alguien lo tiene que hacer ;) ¡Buenas noches!



Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Jok LP.