Una vez por mes subiré alguna anécdota patética (donde yo le doy peso al adjetivo),
que contada suele ser graciosa y tipeada veremos cómo queda.

domingo, 28 de febrero de 2016

La Monga.

Había ido a un evento vinculado a la historieta. De esos donde tengo muchísimos amigos, sin técnicamente ser del palo. Como es costumbre, después de cada evento, los más cercanos nos vamos a cenar. Nunca falta el barrilete que se quiere enganchar para sumarse a la mesa. Pero, cuando hay flacas que quieren venir a cenar con nosotros, jamás me vas a ver poner cara seria. Hay que ser flexible...así fue que me fuí a comer con todos. En una punta se sentó el fandom, mientras que los autores ocuparon el medio de una larga mesa, en una conocida pizzeria del centro. Yo me ubiqué estratégicamente entre ambos sectores. A la larga es donde correspondía que me siente. Luego de comer y hablar de medios, el aire de cacería se instaló en el ambiente pizzero. Y cuando vi que el periodista número uno de la historieta me hizo un gesto de “yo voy, seguime“, me mandé como Wedge Antilles a la protección de Luke Skywalker en el ataque contra la Estrella de la Muerte.
Me queda cómodo ser media punta. Jugarla de vanguardia y 9 me pesa la camiseta, pero como wing-man, te encaro hasta Daisy Ridley. Y así fue que nos sentamos en la punta de la mesa, para el momento del café o el postre, y nos pusimos a hablar. Por química (o porque las mujeres siempre eligen y uno sólo es un boludo que sigue la corriente) nos pusimos a hablar cada uno con una de las fans de la historieta nacional. A mi se me dio de ponerme a hablar con una tal Maria, que era muy parecida a Rachel Weisz, y se lo dije; raro en mí porque jamás te voy a regalar un cumplido para que te agrandes (las mujeres lindas saben que son lindas y es más una carga que un halago que le recuerdes cuán lindas son). Con Rachel estudiabamos lo mismo (o porque la mitad del país estudia comunicación social...) y mientras yo terminaba la tesis, ella cursaba la carrera, aunque hablamos de cine mayormente. A ella la movilizaba más el cine de autor mientras que yo prefiero no pensar y comer pochoclo. Todo el baggage académico lo pasé en la Facultad, y me prometí disfrutar y hacer lo que se me cantaba post diploma. Asi que abandoné a Buñuel sin culpa y enloquezco cuando sale una nueva de Nicholas W. Refn, y ni hablar de Danny Boyle!
“¿Cómo te encuentro en Facebook?“, le pregunté. Me pasó su nombre en la red y desde ahí despegué. En un boliche o un pub es poco lo que puedo hacer, pero dame un cumpleaños o un keyboard y algo de magia te tiro. Así fue que empezamos el clásico cortejo de likes mutuos (y no me jodan, generalmente likearse cosas means something...). Después hubo mucho chat de cine por Messenger, algún guiño hot pero como ella era media tímida, si yo pisaba el acelerador me iba a ir al pasto, así que medí mi discurso y se me ocurrió invitarla a mi cumpleaños. De local no podía perder. Encima, se dio que fue mi mejor cumpleaños en muchos años, fue en un bar y estaba medio mundo. Muchos amigos de la vida y otros tantos del mundo del comic nacional.
Como hay mucho buitre, en ese ambiente, yo puse en pre-aviso a unos cuantos: “Va a venir una flaca que se parece a Rachel Weisz. Esa está fuera de jurisdicción para cualquiera“. Y me aseguré la jugada diciéndole a mi mejor amigo: “Cuando se le acerca alguno, lo bloqueas como en una cortina de basquet“. Como todos los 9 de febrero, llovió. Rachel llegó sola y bajo la lluvia. Estaba muy linda. Mis mejores amigos me vieron y sonrieron. El más grande de todos me dijo: “Vino sola, a un cumpleaños donde no conoce a nadie y bajo la lluvia. Hoy la tenes que poner. No podes ser tan loser, Funes Mori“. El espíritu del delantero de River famoso por errar goles pesaba sobre mí, pero sentía que tenía el partido muy a mi favor: jugaba de local, tenía hinchada, no podía fallar!
Asi que así seguimos el resto de la noche, yo anfitrioné a mis amigos, le di conversación a Rachel de a ratos, sin descuidarla, le hice señas a mis mejores amigos para que no la dejen sola y la cuiden, invité tragos por doquier hasta que se hicieron las 12 y luego me cantaron el feliz cumpleaños con la torta y el ritual de soplar las velitas. En la foto ella salió al lado mío...A partir de esa hora muchos se fueron a sus casas y los guiños eran múltiples. El aire estaba plagado de: “Hoy ganas, campeón“.
Seguí de anfitrion en el bar hasta las 3 de la mañana...y ahí creo que empecé a pisar el pasto, en esta competición donde me veía manejando un Formula 1. Quizás desde el bar la debería haber invitado a casa...pero me dejé llevar por mi responsabilidad para los que habían venido al soire, y desde ahí nos fuimos a seguir bebiendo a la casa de Pedro, un amigo con el que siempre se toma bien y se toca el piano, entre otras actividades divertidas. Cuando sentí que en lo de Pedro me estaba embolando, le hice un gesto a una amiga con su novio para que me siga, y le dije a Rachel que me iba a casa a llevar los regalos y otras cosas de la fiesta del bar. Caminamos 10 cuadras desde lo de Pedro a mi casa. Yo caminaba adelante con Rachel y mi amiga caminaba unos pasos atrás con su novio. Rachel se mostraba participativa, acompañaba, en ningún momento amagó a irse, asi que yo seguía acelerando el Formula 1. Por mensaje de texto le decía a mi amiga, mientras caminabamos a casa, sólo unos pasos atrás, casi como en un diálogo telepático: “cuando lleguemos a casa, dejas las cosas y te vas. Rachel se queda y pimba!“. Nos reíamos planeando la estratégia. Ya eran casi las 4 de la mañana. Llegamos a casa, simulo empezar a hacer café y mi amiga dice: “Yo me voy porque estoy muerta“. Su novio entendió la jugada y acató. Me quedaba solo con Rachel. Ella acompañaba. En teoría se quedaba. Los chirlos eran inminentes...pero no. “Yo también me voy“, dijo. Y mi Ferrari se estrelló en la primera curva: “Eh, pará. Los chicos se van, terminamos un café y después te vas“. Operativo Remo in full effect! Encima, mi otra amiga, Laura, no ayudaba y me torturaba via mensajes diciendo: “Acá preguntan cuántos vas“ (A sólo 10 cuadras todos estaban expectantes del score de Funes Mori mientras bebían y seguían tocando el piano). “Se quiere ir. No te la puedo creer“, le dije a mi otra gran amiga. “Dormiste, te tendrías que haber ido antes“, me decía la guacha, con el diario del lunes. “But I was hosting...“, me quejaba yo.
Bajé a abrirle a mi amiga y a su novio. La remaron a la par mía hasta donde pudieron. Por mensaje de texto la actualizaba a mi amiga Laura de mi situación: “No te puedo creer que se quiere ir. ¿Para qué se vino a tu cumpleaños sin conocer a nadie, bajo la lluvia? ¿Ahora viene a tu departamento y se quiere ir?!“, se quejaba Laurita, que seguía tocando el piano con los veodos, pero sin dejar de ser la corporización de la voz de la razón...pero los vínculos no entienden de razones. Subí rapidamente y el lenguaje corporal de Rachel me decía que no iba a esperar a que suba el café de la Volturno. Que si hubo una chance, fui Funes Mori una vez más y la rifé por arriba del travesaño. “Bueno, bajo“, me dijo la colega. “Wait, ya fue, tomate un café, ya estamos acá“, e intenté hacer una jugada pero me encontré con un paredón de granito y finalmente choqué como Airton Senna. “Well, ya estás acá“, intenté sumarle lógica cuando sabemos que los vinculos no-tienen-lógica. “No, ya es tarde son las 5“, me dijo Rachel. “Ok, bajemos“, dije. Bajé, le abrí, hubo un “nos vemos“ mutuo y fin. Subí a casa y había un mensaje de Laura que decía: “Me fui de lo de Pedro. Ya es de día. Decime que se quedó y estás cojiendo“. “Nope, se fue“, contesté en la más increible derrota. Eran las 5:30 a.m y en mi cumpleaños dormía solo... “Soy Funes Mori“, le dije. “No, nada que ver, ¿Para qué fue a tu casa a las 4 de la mañana? No te hagas problemas. Es una Mooooonga!“, remató mi amiga.


Desde ese día, cada vez que nos acordamos de mi cumpleaños en Morgan, el día que estabamos todos muy en pedo, el día en que a una chica poco atractiva los leones le pusieron Mesa de Saldo, el día que mi amigo Francis (recién llegado a la ciudad apareció con una modelo y lo encerramos en el baño, con los leones, para preguntarle cómo había hecho para levantarse semejante minón); como sea que recordemos ese cumpleaños, cada vez que se recuerda, no safo de contar la anécdota de Rachel, la noche que fui Funes Mori y Airton Senna los dos en uno, la noche que muchos recuerdan como la noche de La Monga ;)



Texto: Leandro Paolini Somers.
Ilustración: Colorada Majox.